jueves, 24 de julio de 2008

¡Qué viva México!

El Atleti ha cerrado su gira por México después de cumplir con su único objetivo: ingresar 9,15 millones de dólares (que no euros), unos 2,3 por partido. Se ve que, dentro de lo que son las giras exóticas, la cantidad no está mal aunque muy lejos de los 4,2 millones de dólares por partido que ingresaba el Madrid por las giras asiáticas.

Honradamente, lo entiendo. Tal y como está el mercado futbolístico, cualquier pingüe ingreso extra es razonable siempre que no trastoque al equipo de manera trágica. En este caso, sin contar con la lesión del joven Alex “Quillo”, lo único trastocado han sido las vacaciones de los internacionales, drásticamente reducidas, pero por lo demás todo en orden.

A fecha de hoy, todavía queda tiempo suficiente para preparar la previa de la Champions, la afición ha visto debutar a los nuevos fichajes y tiene ya material suficiente para comenzar a hacer sus valoraciones personales. Lo único difícil de entender es porqué no se han podido ver los partidos de la gira en España, algo que la empresa mexicana organizadora “Main Event” debería haber previsto y que, seguramente, le hubiera ofrecido algún ingreso extra para amortizar el evento. Ellos sabrán.

En lo que toca al tema deportivo, hay muy poco que añadir porque los partidos han sido una calcamonia de los ofrecidos por el Atleti en la pasada campaña. El Atleti parece incapaz de conseguir la intensidad defensiva necesaria y en ataque sigue viviendo de la inspiración de sus delanteros ya que no hay construcción de juego alguna. Más de lo mismo.

Por otra parte, parece que Cerezo ha firmado dos chavalitos de la sub-15 mexicana, el defensa Carlos Plasencia y el portero Richard Sánchez. Eso sí, de lo de la marca “Atlético de Madrid” y otras milongas, nada de nada. Por mucho tirón que tenga el Sr. Aguirre en su patria y por muy dicharachero que haya sido Cerezo en México, la “marca” se promociona con títulos, algo que el Atleti hace tiempo que ha olvidado ganar.

La presencia del Atleti en México sólo tenía el cometido de “atar cabos” entre el fútbol español y el mexicano pero, especialmente, negociar la presencia de la Selección Española (actual campeona de Europa) en el país azteca en un futuro cercano.

Con esta, han sido ya siete las veces en las que el club colchonero ha ido a México, la primera fue en mayo de 1967 en un partido contra el Guadalajara que terminó con empate a uno. Posteriormente el Atleti viajó al país norteamericano en el 1981 y 1982 pero la más emblemática fue la gira de 1993. El equipo dirigido por Jair Pereira jugó también cuatro partidos, el primero de ellos en el estadio Azteca contra la Selección Nacional mexicana, con el resultado de 2-3 para los rojiblancos y una tangana de las de “como Dios manda”. Aquí os dejo el video.



Billie

sábado, 19 de julio de 2008

El atleticismo


Seguramente, la publicación de este post herirá la sensibilidad de más de un rojiblanco y perpetuará de manera definitiva mi fama de purista-renegado, pero eso hace tiempo que dejó de importarme.

Señores, desde hace un tiempo, parece innegable que el fenómeno rojiblanco en internet es un auténtico aluvión incontrolado. Sobre el Atlético de Madrid versan cantidades ingentes de blogs, webs, foros, chats..., de manera que controlarlos todos es una tarea ímproba y fatigosa. Evidentemente, también existen numerosos sitios de otros equipos en la red pero creo que, en esto, el Atleti gana por goleada.

Tal alud de publicaciones virtuales ha sido fruto de dos fenómenos distintos pero complementarios e intrínsecamente ligados: la decadencia deportiva y el interés por ahondar en las raíces y la idiosincrasia del club Atlético de Madrid. De alguna manera, podríamos decir que la actual situación de crisis deportiva, económica y social de nuestro club ha degenerado en un crecimiento fervoroso e idólatra del sentimiento atlético. O dicho de otro modo, como el Atleti actual no aporta nada al fútbol nacional e internacional, los rojiblancos debemos conformarnos con repasar las gestas pretéritas o reinventarnos el Atlético de Madrid.

Si en la historia de España todo tiempo de ocaso político y económico propició el nacimiento de un período de esplendor en las artes, en el Atleti nuestra miseria deportiva (ad extra) ha generado un movimiento de “esplendor artístico” (ad intra) que yo denomino, en términos castizos, como “el atleticismo”.

En concreto, el desastre del 98, con la pérdida de las últimas colonias de ultramar, provocó un descontento generalizado y una insatisfacción tal, que llevó a un puñado de intelectuales al inconformismo y la convicción de que España necesitaba una regeneración global. Así nació el modernismo y la generación del 98, o eso dicen.

En el Atleti, la llegada de Jesús Gil a la presidencia, la fraudulenta conversión en Sociedad Anónima Deportiva, la intervención judicial, el descenso a Segunda, la crisis económica y la mediocridad y el latrocinio de nuestros dirigentes ha llevado a los atléticos a la creación del atleticismo.

Si el 98 y el modernismo se vieron influenciados por movimientos estéticos tales como el parnasianismo (caracterizado por la búsqueda de la belleza), el simbolismo (que propone descubrir significados profundos, sentimientos o estados de ánimo, más allá de la realidad sensible), el impresionismo (que no pretende reflejar la realidad objetiva sino reproducir las impresiones que produce en el artista) y el decantismo (que se caracteriza por su interés en la descripción de ambientes exquisitos y sutiles); el atleticismo se manifiesta a través de los movimientos e ideologías que a continuación explicitaré.

El gigantismo. El gigantismo consiste en la magnificación desmesurada de la grandiosidad del Atleti. El Atleti se presenta como uno de los clubes más grandes de España y uno de los clubes más grandes del mundo. El gigantismo olvida que el Atleti es un club que ha perdido su lugar de privilegio en el fútbol español y que, seguramente, nunca lo tuvo en el panorama europeo. Además, el gigantismo tiende a exagerar nuestro pasado y a entender que nuestro aciago presente es meramente anecdótico. El gigantismo busca reafirmar al Atleti en tiempos de crisis.

El sentimentalismo. El sentimentalismo considera que ser del Atleti es algo puramente emocional, incomunicable, místico, etéreo, delirante, sublime, fascinante, ininteligible, inexpresable. Sólo aquel que es del Atleti puede entender lo que significa, de manera que no existe racionalidad alguna en nuestra condición ni comunicación posible con otras culturas deportivas porque no nos pueden entender, somos de otra raza, de otra religión, hasta casi de otro planeta. El sentimentalismo busca reinventar lo que significa ser del Atleti.

El eruditismo. El eruditismo consiste en centrar la actividad rojiblanca en mera intelectualidad. Ser del Atleti pasa por conocer la historia de cada sección y la biografía de cada futbolista rojiblanco de todas las épocas hasta el mínimo detalle. Consiste en repasar y releer nuestra historia, ver cada video y conocer cada insigne anécdota teñida de rojiblanco. El eruditismo busca en el pasado lo que ya no encuentra en el presente.

El existencialismo. El existencialista rojiblanco ha perdido la fe en su equipo y le cuesta encontrar hasta el más ínfimo motivo de optimismo y esperanza. El existencialista colchonero no puede salir de su horizonte gris y no encuentra razón para la alegría en ninguna gesta por innegable que sea. Todo fichaje es peor que el anterior, cualquier partido es malo, el Atleti actual sólo es fuente de angustias y de dolores, de frustraciones y de sinsabores, ser del Atleti es una mala adicción inevitable y ser del Atleti es ser una víctima en manos de nuestros dirigentes que son nuestros verdugos. El existencialismo busca alejarse de todo ligamen de afectividad con lo rojiblanco para no encontrarse con la repulsiva realidad que nos ha tocado vivir.

¿Es usted atleticista? Yo lo soy, soy culpable, he pecado de todo lo anterior de pensamiento, palabra, obra y omisión. Como ya no me queda el original, ahora vivo del sucedáneo. ¡Abajo el Atleti! ¡Viva el atleticismo!
Billie

sábado, 12 de julio de 2008

Mentiras, engaños e incógnitas de la venta del Calderón y el éxodo a la Peineta


Hace una año, más o menos, publicábamos en el Pobre Atleti un post sobre el tema de la venta del Calderón y el traslado a la Peineta. Sin duda, el tema es importante porque está en juego mucho más que un simple cambio de campo, está en juego la supervivencia del Atlético de Madrid. Esto es algo que la gente no se llega a creer todavía pero que, sin duda, en un futuro cercano sufrirán, y si no al tiempo.

Hablar sobre la venta del Calderón y el cambio a la Peineta obliga a hablar de números y eso, al final, marea a la gente, se cansa y no sigue leyendo, el tema se enfría y se olvida y aquí no pasa nada. Procuraré ser claro y conciso y no entrar en detalles para no aburrir, si alguien quiere números que me los pida.

En principio, tres son las razones que se han esgrimido, desde la directiva, para justificar como positiva y necesaria la venta del Estadio Vicente Calderón y el cambio a otro estadio más moderno:

1ª El aforo insuficiente del Vicente Calderón a tenor del número de solicitudes de abono y las previsiones de futuro.

2ª Conseguir dinero para sanear las deudas del club.

3ª Un campo nuevo, superior, más cómodo, en propiedad y con mejores accesos.

Vayamos por partes, el actual aforo del Vicente Calderón es de casi 55.000 espectadores y el número de solicitudes para abonarse al Atlético de Madrid esta temporada es de unas 50.000. La media de espectadores de la pasada temporada llegó a casi 45.000 y sí, podríamos entender que el Calderón se está quedando pequeño. Sin embargo, otros clubes tienen más problemas de aforo (véase el FC Barcelona) y han optado por otras soluciones, por ejemplo ampliar el estadio.

El Vicente Calderón tiene dos esquinas deshabilitadas, donde se sitúan los videomarcadores, que podrían cerrarse; de hecho hace años que se negoció con el Ayuntamiento para cerrar los boceles, operación bastante simple desde el punto de vista arquitectónico y administrativo; incluso, se podría cerrar únicamente el segundo anfiteatro para permitir ese espacio de seguridad a ambos lados del túnel de la M-30 y mantener los videomarcadores en su actual ubicación. Dicha operación se podría acometer en unos meses y ampliaría el aforo del Calderón entre tres mil y seis mil asientos.

Por otra parte, no debemos olvidar que el actual Vicente Calderón ya tuvo un aforo de 70.000 espectadores, similar al de la futura Peineta. Cuando el difunto Gil llegó al Atleti vació las gradas de público ya que llegó a casi duplicar los precios y el Estadio quedó vacío. Ante la falta de público, las reformas que se acometieron en el Calderón redujeron su aforo para ganar espacio e instalar fosos. Así, no debemos olvidar que el actual problema de espacio es culpa de los actuales dirigentes, en especial de Miguel A. Gil Marín (que fue el que dirigió toda la reforma), por su falta de previsión y por no predecir que algún día harían falta más asientos.

El tema económico es el más complejo y el más árido a consecuencia del baile de cifras que se ofrecen. Cuando el Real Madrid dio su pelotazo inmobiliario particular con la venta de la ciudad deportiva, tema en el que no entraré, algún iluminado consideró que el dinero público podría subsanar las importantes deudas que el Atleti arrastraba por culpa de su nefasta gestión.

El año 2004 se iniciaron las primeras negociaciones con el Ayuntamiento de Madrid y se creó la División Inmobiliaria Atlético de Madrid S.A., que contaba como único patrimonio con el Estadio Vicente Calderón tasado en unos 226 millones de euros. Aquellos que fueron condenados por la justicia por no depositar 16 millones de euros para adquirir el Atlético de Madrid se convertían en los propietarios de una empresa de 226, qué lamentable ironía.

Enseguida, se vendió un 15% de la sociedad a las empresas Andria, Fadesa-Martinsa (en la actualidad a punto de la suspensión de pagos) y a Caja Madrid por 33 millones de euros. Estas mismas empresas también están presentes en la operación de la Ciudad Deportiva de Alcorcón. Desde el año 2004, dato que la gente desconoce, el Atlético de Madrid paga alrededor de 1,2 millones de euros anuales a la Sociedad Inmobiliaria por el arrendamiento del Estadio Vicente Calderón; es decir, vivimos de alquiler.

Tras el protocolo de intenciones de julio de 2007 entre Ayuntamiento, Mahou, Atlético de Madrid y la Sociedad Inmobiliaria se preveía una plusvalía de unos controvertidos 80 millones de euros en favor del Atlético de Madrid. Datos posteriores demostraron que no tantos y hoy, desde la propia directiva se anuncia un cambio de estadio a coste 0.

El Atlético de Madrid arrastra una deuda, difícil de cuantificar pero que la propia directiva reconoce por encima de los 400 millones de euros. Si el Atlético de Madrid quiere ganar dinero con la venta de su estadio para paliar la deuda, lo lógico hubiera sido esperar a la realización de los Juegos Olímpicos en Madrid y después negociar la cesión del estadio olímpico al club a cambio de algunas prebendas y la venta de los terrenos del Calderón. Así sí se podía haber ganado algún dinero, pero lo que se ha hecho es comprometerse a construir un estadio por 160 millones de euros, demoler el Calderón por 18, pagar 20 más por el soterramiento de la M-30 y otros tantos por el acondicionamiento de La Peineta en campo de fútbol.

Por último está el tema de si el nuevo estadio será mejor que el Calderón. De entrada, parece evidente, que un estadio nuevo ha de ser mejor que uno de más de 40 años. Totalmente de acuerdo si hablamos de cuestiones arquitectónicas, estéticas y estructurales pero, de lo que se trata es de saber si será mejor para el público y para el equipo. ¿Qué visión se tendrá desde la última fila del último anfiteatro del fondo sur? ¿Y desde la primera fila, a ras de césped, se verá la línea de fondo del otro campo? ¿Serán suficientes tres mil plazas de aparcamiento para 71.000 espectadores? ¿Es realmente más fácil llegar a San Blas en transporte público que a la Puerta de Toledo que tiene hasta cercanías de Renfe?

Además, está el tema de la propiedad del suelo y la propiedad del estadio. El estadio será del Atleti en el 2016 pero disponible por el Ayuntamiento hasta el 2024 si se celebraran los juegos olímpicos y durante ese tiempo habría que pagar al Ayuntamiento un canon de cesión, es decir, un alquiler y no barato: ¡80 millones de euros por 14 años!

Por otra parte, si Madrid gana los Juegos y el estadio está acondicionado para ser estadio de fútbol habrá que realizar y pagar las obras de acondicionamiento ¿cómo y cuándo se realizarán las obras para convertir un estadio de fútbol en uno de atletismo con diez pistas de tartán? ¿dónde va a jugar el Atleti en el período de tiempo en que se ejecuten dichas obras? Y cuando acaben los juegos ¿cómo y cuándo se realizarán las obras para convertir un estadio de atletismo en uno de fútbol y dónde va a jugar el Atleti en ese período de tiempo? Es seguro que durante muchas jornadas el Atleti no dispondrá del campo para jugar sus partidos ¿dónde lo hará?

La última pregunta es ¿de quién será el suelo sobre el que se levante el nuevo estadio? El ayuntamiento de Madrid no cede suelo público, sólo lo permuta, pero el Atleti no posee las doce hectáreas de suelo sobre las que se levantará el estadio de la Peineta, de manera que los técnicos municipales sólo conciben que el Atlético de Madrid sea propietario del edificio y este tema no tiene fácil solución.

Eso sí, las páginas de los diarios y algunas emisoras de radio hablan y hablan de la operación pero no dicen ni mu’ de todas estas circunstancias. Parece que el único debate es si vale más mantener un estadio arcaico y ser un club de tradición que se aferra a su esplendoroso pasado o construir un nuevo estadio, tecnológicamente superior, que nos sitúe como un club moderno y de futuro.
El debate es si el Atlético de Madrid sobrevivirá al cambio de estadio y en qué circunstancias. Personalmente, veo inviable echar para atrás una operación tan beneficiosa para el Ayuntamiento y para los negocios de las familias que nos mal dirigen pero, al menos, siempre nos quedará protestar hasta el final. Como mínimo, que ningún medio de comunicación pueda decir que la afición rojiblanca aplaude la venta de su estadio. Hay que luchar desde la primera jornada y gritar bien alto que no nos queremos ir, que nos echan.
Billie